SINOPSIS
La vida de François, un solitario y gris oficinista parisino, está a punto de cambiar. Al ganarse la lotería llega a un extraño pacto con una hermosa prostituta italiana de la que está enamorado, le dará 100.000 € al mes si vive con él indefinidamente, hasta que se acabe el dinero. Daniela acepta empezando así una original y tortuosa historia de amor no exenta de romanticismo, pasión y sexo. Pero no será tan fácil despedirse así como así de Charly y del mundo de la noche...
REFERENCIA
La filmografía de Bertrand Blier (Boulonge-Billancorut, 1939) es una de las más atípicas del cine francés. Es, en principio inclasificable y no se ha regido nunca por modas, ni corrientes específicas para contar historias atrevidas, que rompen las más acérrimas convicciones morales o sociales. Blier es un hacedor de comedias muy venenosas que pueden ser escandalosas para muchos.

Hijo del legendario actor francés Bernard Blier, este personalísimo cineasta comienza su carrera cinematográfica como asistente de John Berry en Oh! que mambo (1959), llamando la atención posteriormente con su docu-ficción Hitler… connais pas! (1963) y dirigiendo a su padre en su primer largometraje de ficción Si j’etais un espion (1969).

Pero será en 1974, con el gran éxito que fue Las cosas por su nombre (Les Valseuses) que alcanzará fama narrando las andanzas del trío Gérard Depardieu, Patrick Dewaere y Miou-Miou. El sello Blier se instaura: humor acérrimo y realidad social. Cuatro años más tarde volverá con el dúo masculino Depardieu-Dewaere en Si quieres mi mujer es tuya (Préparez vos mouchoirs, 1978), que obtuvo el Oscar a la Mejor película extranjera. Dirige a Depardieu y su padre en Buffet Froid (1979), premio César al mejor guión, y luego a Dewaere en otro film subversivo La tentación del padrastro (Beau-Pere, 1981), en la que el protagonista seduce a su adolescente hijastra tras la muerte de su esposa.

Blier es guionista de todas sus películas (así como también de la exitosa Grosse fatigue, de Michel Blanc de 1994). En los años 80 filma una de las películas que provocó un verdadero escándalo en Francia, como lo fue Vestido de fiesta (Tenue de soirée, 1986) con su tema acerca de la homosexualidad y el “menage-a-trois” tratado sin sutileza alguna. Michel Blanc gana el premio de Interpretación masculina en el Festival de Cannes de ese año.

Su siguiente film, Demasiado bella para mi (Trop belle pour toi, 1989) es un éxito tanto de público como de crítica, ganando el Gran Premio del jurado del Festival de Cannes y cinco premios César, entre los cuales el de Mejor película, realizador y actriz (Carole Bouquet).

El cine de Blier, durante los 90 está plagado de reconocimientos, sumado a esto su unión sentimental con la actriz Anouk Grinberg, a la que dirigirá en Mecie la vie (1991), Un dos tres… pollito inglés (Un, deux, tríos, soleil, 1993), ganadora de dos César y de la Copa Volpi del Festival de Venecia al actor Marcello Mastroianni; y en Mon homme (1996), premio a la mejor actriz (Grinberg) en el Festival de Berlín.

En 2000 reúne una treintena de grandes nombres del cine francés para Les acteurs, un homenaje al oficio de actuación no exento de humor. Les côtelettes (2003) es con Philippe Noiret y Michel Bouquet como dos viejos amargados disertando sobre el sentido de la vida y los placeres de la carne. El film divide al público de Cannes y obtiene una acogida más bien tibia tanto de público como de crítica.

Su siguiente film, ¿Cuánto me amas? (Combien tu m’aimes?, 2005) también ofrece una premisa argumental llamativa y polémica. Blier, que escribió el guión pensando en la actriz Monica Bellucci, vuelve a desarrollar en él cuatro de los temas más recurrentes de su filmografía: las relaciones sentimentales, el erotismo, la prostitución y la vida como representación.

Comenta el realizador: “Esta película existe porque un día fui a ver Irreversible, de Gaspard Noé, y me encantó, me quedé impactado con la impresionante presencia de Monica. Nunca había visto nada igual en la historia del cine, ni siquiera Marylin Monroe actuó jamás así. No es que quiera comparar talentos entre actrices, no es eso, pero esa audacia, esa libertad de movimientos, ese cuerpo, esa explosión... ¡y encima estando vestida! Entonces pensé: '¡Tengo que hacer algo con ella!, ¡para eso hago cine!'.

Finalmente para Blier: “La verdadera revolución es el sexo. Ahí está la verdadera revolución. El amor es un ideal; sin embargo, follar en el metro a las seis de la tarde sí que es una revolución. El sexo sigue molestando ahora, incluso puede que más que cuando comencé a hacer cine”.