SINOPSIS
En uno de los pueblos kurdos del Cáucaso, rodeado únicamente por nieve, Hamo de sesenta y tantos años vive con las limitaciones de ser un retirado del Ejército Rojo. Viudo, lo único que le queda es una televisión, su uniforme del ejército y una pensión de 7 dólares. Todos los días Hamo va al cementerio para contarle a su esposa las novedades y pormenores de su vida. Un poco más lejos, Nina -una hermosa viuda de cincuenta años-, le quita la nieve a la tumba de su esposo para hablar con él. En el camión que los lleva de regreso al pueblo ambos se sientan en diferentes lugares. Ninguno de los dos se atreve a iniciar la conversación, pero muy pronto se dan cuenta de que tienen en común una rutina que los une y que en medio de un clima tan hostil y frío es capaz de nacer entre ellos una cálida relación.
REFERENCIA
Hijo de un "peshmerga" (guerrero liberador kurdo) Hiner Saleem (Akkra, Irak, 1964) sufrió el exilio de su tierra en la zona del Kurdistán iraquí. Vivió en Italia realizando dibujos para turistas en Florencia. Viajó a Paris, donde trabajó en diversas asociaciones kurdas, organizó exhibiciones de pintura y trabajó en un libro, basado en sus memorias, sobre la infancia kurda.

Realiza su primer film Vive la mariée… et la libération du Kurdistan (1997), rodado en los barrios kurdos de Paris y que obtuvo el premio del público del Festival de Mannheim-Heidelberg en 1998; mientras que su segunda obra Passeurs de rêves (2000), tiene como fondo los pueblos kurdos de Armenia.

Su tercer film Vodka limón (Vodka lemon, 2003) ha recibido el aplauso unánime de la crítica internacional después de ganar el premio de San Marcos en la Mostra de Venecia de 2003. Como refugiado político Saleem tiene 20 años que no ha visitado su país, 10 de los cuales los ha vivido en París.

Al igual que su anterior largometraje, Vodka limón está rodada en una aldea aislada del Cáucaso: “El primer día de rodaje de Vodka limón casi coincide con la intervención aliada en Irak”, recuerda el realizador. "En los pueblos donde rodábamos no existía ni radio ni televisión. Todas las tardes, al terminar la jornada, me iba a lo alto de la montaña más alta de los alrededores para captar una señal de radio en lengua comprensible. Una tarde de caos, estando sobre una de estas cimas, encendí la radio y por fin entendí alguna noticia buena para los kurdos".

Hiner Saleem le gusta citar una frase de su abuelo a propósito del pueblo kurdo: “Nuestro pasado es triste, nuestro presente es catastrófico, pero afortunadamente no tenemos porvenir”. Como se puede ver en Vodka limón, el arma del cineasta para afrontar las injusticias de la que es víctima su pueblo es el humor: “Soy un hombre púdico”, confiesa el cineasta. “No me gusta hablar de dramas. En el caso de los kurdos o de los judíos o de los armenios o de otros pueblos que han conocido la desgracia, si no se tiene un poco de humor, no se puede sobrevivir”.

“En 1999 filmé mi segunda película Passeurs de Rêve en los pueblos kurdos de Armenia. Comprendí tres cosas cuando llegué: Cuando te dicen 'Problem Niet' quiere decir que habrá muchos problemas. Cuando te dicen 'Un minuto' quiere decir dos o tres días. Cuando te dicen 'Mañana' quiere decir nunca. Después de los primeros días de filmación prometí que nunca regresaría aquí por razones profesionales. Pero después comencé a fascinarme con la gente que me rodeaba. Un país que era exactamente como mi tierra, Kurdistán, en el momento que me prohibieron regresar y al que me gustaría volver después de tantos años.

"Considero a todos los armenios unos magos ya que no comprendo cómo sobreviven. Creo que ni ellos lo saben. Lo absurdo y su optimismo, la miseria y el amor, esas vidas que cambian de tragedias a comedias son los elementos que me llevaron al cine y que me llevaron a este país para filmar Vodka limón.