El cineasta venezolano cuenta que el filme es una invitación a vivir con plenitud y disfrutando del momento.
¿Un filme puede reflejar en un mismo escenario la vida y la muerte? El cineasta venezolano Leonard Zelig, apostó por este planteamiento y gracias a ello nace Translúcido.
Se trata de un largometraje que gira en torno a la vida de un paciente con cáncer terminal pero que, lejos de deprimirse con su pronto final, sus acciones son una constante reflexión sobre el deber que tenemos de disfrutar cada segundo de la vida.
Zelig, cuenta que su deseo era hacer una cinta en sus términos, bajo sus prerrogativas, con gente de extrema confianza y sobre todo, que la película pudiera generar conversación y algún tipo de conciencia social.
“Cuando nació la idea lo que quería era hacer una película que pudiera ser capaz de cambiar una legislación, en cuanto a la opción que debería tener la gente de decidir qué hacer con su muerte, especialmente en situaciones tan críticas como las que vemos en Translúcido” puntualiza el director.
Reflejo de vida
“La muerte sólo tiene importancia en la medida que nos hace reflexionar sobre el valor de la vida”, André Malraux. Las palabras del novelista francés pueden ser un foco para entender Translúcido, dado que el director del filme cuenta que la reacción que se ha generado en torno a la película es que “inspira la sensación de vivir el momento y vivir a plenitud. De ahí salieron los hashtag #NoEsperes #LaVidaEsAhora” cuenta Zelig.
Para él, así como para todo el equipo técnico y actoral del filme, este largometraje se resume en que hay que vivir la vida con todo.
Ingeniería en reverso
El director del filme señala que esta película fue sin duda alguna producto de una “ingeniería en reverso” dado que no respondió a las características generales de una cinta.
Algunas de las cosas más peculiares que rodearon el proceso creativo del filme fue el hecho de que los actores ensayaban primero para marcar la escena y posteriormente los técnicos iluminaban el set y hacían los ajustes necesarios.
Asimismo, el trabajo era realizado en jornadas de 9 horas máximo lo que supuso una grata sorpresa para el staff dado que son muchas menos horas de las invertidas normalmente en una filmación y sumado a ello, era un plus favorable para los actores, que debían estar frescos para improvisar sus escenas.
Conexiones
Para Leonard Zelig esta película se caracteriza por crear una fuerte conexión con la audiencia.
El cineasta recuerda que una de las reacciones más significativas en torno a esta cinta fue en su estreno en Guayaquil, Ecuador, cuando una persona se le acercó y le comentó que iría esa misma noche a comprar un pasaje para Madrid para ver a su padre que estaba enfermo y, a pesar de que llevaba tiempo postergando la visita, se había dado cuenta que era momento de verlo.
“Ese es el tipo de reacciones que te llenan porque sabes que lo que haces vale la pena” puntualiza el venezolano.
Una obra que trasciende fronteras
Hasta ahora, Translúcido ha estado presente en diferentes festivales de cine internacional y ello ha supuesto una gran satisfacción para su director.
“La academia ecuatoriana de cine la eligió unánimemente para representar el país en los Goya y eso tiene un porqué, porque la gente se conecta. Fue una sorpresa y el viaje que hicimos a Madrid para promocionarla nos cambió la vida al permitirnos crecer como creativos y personas”, cuenta el cineasta.
Cabe destacar que hasta ahora la cinta ha ganado tres premios de la audiencia, siendo este reconocimiento el que más valora el venezolano.
Actualmente el equipo está muy emocionado porque el próximo 04 de mayo será el estreno de la película en Venezuela y sumado a ellos confiesan que acaban de firmar acuerdos de distribución en Estados Unidos y Europa, lo que próximamente sitúa el filme en las carteleras cinematográficas del mundo.
Un filme de reflexión
Cuando Zelig es cuestionado sobre el porqué hay que ver Traslúcido, reflexiona desde su perspectiva de espectador y no de director. Para él, la cinta es sin duda una pieza de consumo obligatorio porque nos va a mover.
Además de ello, permite cuestionar los valores que rigen nuestra vida desde una mirada positiva, muestra una realidad latente en la sociedad, ofrece emotividad para aquellas personas que han vivido cerca de una persona con cáncer, te hace hacer reflexionar sobre algo que los latinoamericanos tenemos como tabú: la muerte, y lo mejor de todo es que te saca carcajadas, pese a lo triste del contexto.