El amor como fuente de desgracias e inestabilidad para un matrimonio que pierde la educación, la amabilidad y la delicadeza para tornarse en brutalidad y desprecio. Una mujer insatisfecha y desesperada se convierte en un monstruo que planifica el asesinato de su marido y descubre así el placer de la muerte.

João Canijo (1957) estudió el Curso de Historia de la Facultad de Letras de la Universidad de Oporto, comenzando su carrera cinematográfica como asistente de realización y producción. Su primer trabajo como director fue el cortometraje A Meio-Amor (1983), al que cinco años después le seguiría la co-producción luso-francesa Três Menos Eu. En 1990 realiza una nueva co-producción con el país galo, de título A Filha da Mãe, de nuevo protagonizada por Rita Blanco, actriz emblemática en su filmografía.

Dando pruebas de una asombrosa versatilidad, João Canijo trabaja también para televisión, aprovechando la apertura de dos canales privados.

Tras llegar a un acuerdo de co-produción con una empresa francesa, regresa al largometraje con Zapatos negros (Sapatos Pretos, 1998), donde, a partir de una historia verídica, revela cualidades de técnica narrativa y de definición de personajes que fueron muy destacadas por la crítica y reforzadas en su trabajo siguiente, Ganhar a Vida (2001), una de las obras más significativas del cine portugués de inicios del siglo XXI.

Notas del Director:
“Este film es la historia de un matrimonio que, como, casi todos los matrimonios, se transforman en un caso sin solución. Es una historia que muestra cómo la relación conyugal puede ser la relación más violenta de todas las relaciones humanas.

Las razones que mantienen a una pareja unida nunca están claras, son siempre una confusión de sentimientos transcendentes y motivos triviales. Es el amor, la razón invocada por encima de todos los males, el sentimiento menos cierto y menos seguro de todos los sentimientos. Comienza por ser una condición íntima que justifica el deseo y acaba en un odio mortal al ser amado, es como el guardia de la prisión donde se quiso entrar y donde se está sin querer.

Todo matrimonio se amplía en proporciones monstruosas en lo referente a la intimidad de la pareja. Esa intimidad impide la cortesía, la diplomacia y la delicadeza y provoca la grosería, la mala educación y la brutalidad. En un matrimonio basta una circunstancia o un pretexto para que la violencia contenida sea llevada a extremos únicos.”