En la Roma de la segunda mitad de los años cuarenta, Delia desempeña las funciones de esposa y madre, mientras que su marido, Ivano, sostiene a la familia. Sin embargo, tras recibir una misteriosa carta, Delia es capaz de imaginar un futuro mejor.

Manuela siente la necesidad imperiosa de buscar al padre del hijo que acaba de perder en un accidente. La gran obsesión vital del chico fue la de saber quién era su padre, algo que ella siempre le escondió. Con esa intención Manuela viaja a Barcelona, donde se reencontrará con él, aunque ahora transformado en Lola.