Uno de los mayores éxitos comerciales del cine brasileño en los últimos tiempos, Tropa de élite, adquirida para su distribución mundial por los hermanos Weinstein, tuvo su puesta de largo internacional este lunes en Berlín, impactando por su fuerza y dureza y cosechando aplausos. También los recibió el drama familiar sobre la llegada de la muerte Kirschblüten - Hanami (Cerezos en flor), de la alemana Doris Dörrie. La jornada competitiva se completó con la cinta del hongkongnés Johnnie To, Man Jeuk (Gorrión), sobre un grupo de carteristas en su ciudad natal. ¿Cómo resolver lo que no tiene solución? ¿Cómo combatir a delincuentes y narcos despiadados cuando la policía es tanto o más corrupta? La respuesta, en las fabelas brasileiras, se llama BOPE, o sea la Tropa de élite, un grupo paramilitar instaurado por las autoridades que resuelve lo que la policía no puede y es el único capaz de garantizar el sueño tranquilo del Papa en su pernoctación en las favelas durante su visita a Río a finales de los años 90. El hasta ahora documentalista Jose Padilha (en la foto) debuta en la ficción con esta historia de vocación realista -o al menos muy creíble- que actualiza lo descrito en Ciudad de Dios sobre la situación en las fabelas cariocas. Febrilmente narrada con imágenes de colores fuertes, frecuentes secuencias nocturnas, potente música y violencia descarnada, Tropa de élite arranca aquí una carrera internacional que se presume exitosa. Estamos ante un film de acción, pero pleno de provocaciones a la reflexión moral del espectador. Narra la historia del capitán Nascimento (Wagner Moura), quien ante su próxima paternidad sólo piensa en abandonar su liderazgo en un comando de las BOPE, pero para ello debe ser él mismo quien elija a un sustituto entre los recién llegados a su tropa. Esta desarrolla su lucha tanto contra los "narcos" que controlan las fabelas como contra sus colegas de la policía metropolitana, hundidos en múltiples corrupciones. Y lo hace con una divisa: al delito sólo se le vence siendo más duro y cruel que los propios delincuentes. Cualquier atisbo de respeto a la ley o los derechos humanos ha desaparecido de la práctica de esta Tropa de élite, que no duda en torturar o asesinar a sangre fría a quien se pone en su camino. Uno sale del cine preguntándose si realmente es esa la única manera para resolver ese problema, aunque definitivamente ni en Río ni en ninguna otra parte del mundo se resolverán las lacras sociales relacionadas por el narcotráfico mientras que la droga no se legalice o de repente los consumidores dejen de necesitarla, cosa poco probable. Todo un viaje años luz separa la ardiente Tropa de élite de la tranquila y delicada Kirschblüten - Hanami (Cerezos en flor), de Doris Dörrie. Sus personajes centrales son un matrimonio bávaro en la sesentena. Él espera plácidamente su próxima jubilación, mientras que ella, que se quedó en casa para cuidarlo a él y a sus tres hijos -hoy residentes dos en Berlín y el tercero en Tokio-, fantasea con el mundo de la danza, y especialmente de la japonesa contemporánea. Al iniciarse el film los médicos le anuncian que su marido sufre un cáncer terminal pero sin síntomas por el momento y que tal vez sea mejor no decirle nada, sino emprender un viaje soñado por ambos como despedida. Pero el marido, ignorante de su mal, no quiere complicarse la vida y menos viajar hasta Japón para visitar a su hijo como ella quisiera. Así que sólo logra convencerle para que vayan a ver a sus hijos residentes en Berlín y luego a la costa del mal Báltico. Y es precisamente allí donde repentinamente, en un irónico guiño del destino, es la esposa y no su marido quien muere de repente. Entonces él decide por su lado, en homenaje a la fallecida, realizar aquel soñado viaje al país del sol naciente, donde florence los cerezos y está el monte Fuji. Con delicadeza, sensibilidad y humor, pero quizás un excesivo metraje que se vuelve pesadez, Dörrie dibuja el final de la vida, la inevitable degradación de las familias, el tiempo perdido y los sueños no realizados. Kirschblüten - Hanami es además una película bonita de ver, que nos acerca a un país aún desconocido y fascinante como es Japón. Precisamente en Oriente, en Hong Kong, ubica Johnnie To su Man Jeuk (Gorrión), la historia de cuatro carteristas que con sus hábiles cutters destripan bolsos y bolsillos, y que coinciden en enamorarse de una joven de desconocido origen. El título alude al nombre popular con el que se conoce en la antigua colonia británica a esos delincuentes callejeros.