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Los recortes de Milei golpean también el cine argentino
Los recortes de Milei golpean también el cine argentino

El Gobierno del ultra anunció una “reducción drástica” del financiamiento del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales que generó el rechazo del sector

 

 

El cine Gaumont, una sala histórica en pleno corazón de Buenos Aires, fue el epicentro esta semana de una protesta contra la “reducción drástica” del financiamiento al cine argentino que impuso el Gobierno de Javier Milei. Después de que la Secretaría de Cultura anunciara despidos en el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), el fin del pago de horas extras a sus trabajadores y la suspensión del apoyo a las provincias, entre otras medidas, cientos de personas salieron a protestar en diferentes ciudades del país “en defensa del cine nacional”. La decisión del Gobierno no es una sorpresa para parte de la industria, que antes de la llegada de Milei a la Casa Rosada se unió contra la candidatura del ultra.

 

En una serie de artículos publicados esta semana en el Boletín Oficial, la Secretaría de Cultura quitó el apoyo económico a las provincias, dio de baja los contratos de parte del personal, suspendió el pago de horas extras y puso fin a los viajes, los gastos de telefonía celular, la compra de comida y el pago de traslados. Los artículos llevan la firma de Carlos Pirovano, un economista sin experiencia en el sector audiovisual designado al frente del INCAA por el Gobierno de Milei. Las autoridades defienden el recorte diciendo que el organismo se encuentra en “una situación económica delicada”. “Se terminaron los años en los que se financiaban festivales de cine con el hambre de miles de chicos”, expresó en un comunicado la Secretaría de Cultura.

 

Los trabajadores del instituto, que convocaron a la movilización de este jueves ante la fachada racionalista del cine Gaumont, a pocos metros del Congreso nacional, han criticado el “cinismo” del Gobierno de Milei. “Mientras le quita la comida a los comedores populares y congela las jubilaciones, dice que los festivales de cine le sacan los medicamentos a los jubilados y son culpables del hambre de las niñeces”, leyó Ingrid Urrutia, representante sindical de los trabajadores del INCAA, de un comunicado, y continuó: “En primer lugar, el INCAA se financia con impuestos a la recaudación que el propio sector genera y que en gran medida no se generarían sin la promoción del Instituto. Pero además suma mucho más a la economía nacional y a la recaudación fiscal de lo que utiliza”.

 

El INCAA es un ente público no estatal que tiene como función “promover, fomentar, fortalecer y regular la producción audiovisual” del país. Además de otorgar apoyos económicos, el instituto gestiona la escuela de cine Enerc, el sitio Cine.ar, el Festival de Mar del Plata, de clase A, y salas de cine, como la del Gaumont, entre otras cosas. Su principal fuente de financiamiento es el Fondo de Fomento Cinematográfico, que fue establecido en una ley de 1994 y surge del 10% sobre el precio de las entradas de cine, el 10% del precio de venta de “videogramas grabados” y el 25% de la recaudación del Ente Nacional de Comunicaciones. Según un análisis del portal Chequeado.com, el fondo representó el 77% de los aportes que recibió el INCAA en 2021 y el 80% de los que obtuvo en 2022.

 

Los críticos consideran que el organismo es vetusto, ineficiente y está ideologizado. El periodista cultural Leonardo D’Esposito escribió recientemente en un duro artículo que el INCAA “gasta más en burocracia que en hacer películas” y que hay estrenos de cine nacional “que no vendieron ni diez entradas” en 2023. Los datos del INCAA muestran que el año pasado se estrenaron 241 filmes nacionales en Argentina; de ellos, solo seis tuvieron más de 100.000 espectadores. Además, el público colocó entre las diez películas más vistas todas películas extranjeras. “El balance es preocupante: las películas argentinas no concitan el interés del público”, concluyó D’Esposito en La Nación.

 

Sus defensores, en cambio, destacan que el ente es “fundamental” para el desarrollo de la industria. Así lo hizo la cineasta Lucrecia Martel, una de las realizadoras argentinas más relevantes, directora de películas como La Ciénaga o La niña Santa. “En mi carrera yo he conocido el INCAA de [Carlos] Menem, de [Fernando] De la Rúa, de Néstor Kirchner, de Cristina Fernández de Kirchner —dos veces—, de Mauricio Macri, de Alberto Fernández. De todas esas gestiones puedo hacer una lista de críticas y hechos indignantes que han sucedido en el INCAA, pero jamás podrían nuestras empresas de cine haber salido a buscar fondos internacionales sin su existencia”, dijo a mediados de enero ante el Congreso mientras se debatía un proyecto de ley del Ejecutivo que, entre otros cientos de puntos, modificaba la ley del cine.

 

La unión del sector

El sector está en alerta desde antes de la llegada de Milei a la Casa Rosada. Una parte de la industria se unió contra la candidatura del ultra en 2023, cuando voces dentro de su partido empezaron a sugerir el “cierre” del INCAA y otros institutos culturales como parte del ajuste y la “batalla cultural” que defiende Milei. Una de las primeras reacciones se vio en el festival de cine de San Sebastián, cuando representantes de 25 proyectos audiovisuales difundieron una carta en defensa de una industria “creativa y resiliente”. “El camino debe ser mejorar, fortalecer y volver más eficientes las políticas de fomento que acompañen y no desactivar la existencia de una industria pujante y consolidada”, decía la misiva firmada, entre otros, por el realizador Santiago Mitre, director de Argentina, 1985, o la actriz Cecilia Roth. Después, vino un spot en defensa de la industria nacional narrado por Ricardo Darín: “No es solo cine, es cine argentino”.

 

En diciembre, ya en el poder, Milei envió al Congreso el proyecto de ley con más de 600 artículos que dedicaba un capítulo entero a la cultura y, entre otras cosas, desfinanciaba el INCAA. El sector se volvió a convocar para repudiar la iniciativa, que al final fracasó. El rechazo también tuvo ecos en el extranjero. “Los cineastas españoles estamos preocupados por la situación de nuestros compañeros argentinos (...) Su industria cinematográfica se ve seriamente amenazada”, dijo, por ejemplo, Fernando Méndez-Leite, presidente de la Academia de Cine de España, en los Goya. Esta semana, se sumó Viggo Mortensen, que en un video dijo: “En Argentina, ir a ver cine en salas (...) hoy se ha vuelto un acto sociopolítico imprescindible”.

 

Realizadores independientes, productores, fotógrafos, estudiantes de cine o actores reconocidos como Leonardo Sbaraglia, que protagonizó Relatos Salvajes (2014), o Mirta Busnelli, que trabajó en películas como Silvia Prieto (1999), volvieron a salir a las calles este jueves al grito de “¡El INCAA no se vende, el INCAA se defiende!”. “Estoy acá como un ser humano al que le encanta el cine argentino”, dijo Sbaraglia rodeado por un operativo policial que reprimió con gases y detuvo a tres personas, según la policía. “El presidente debería estar orgulloso del cine de nuestro país, que además es una industria pujante, potente y respetada en todo el mundo. Están dejando morir una industria que funciona muy bien y que tiene un gran mercado en todo el mundo”, dijo el actor en declaraciones a los medios.

 

De acuerdo con los datos del INCAA, la industria genera el 3,1% del empleo total de la economía y el 3,6% de la recaudación total de Argentina, según un informe hecho por investigadores de la Universidad de Buenos Aires y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet). Pero además fortalece lo que se conoce como marca país, es decir, el valor intangible que provoca la reputación de un país en el contexto internacional. Los defensores del sector destacan el reconocimiento internacional que tiene el cine local: dos películas argentinas, La historia oficial (1986) y El secreto de sus ojos (2010), ganaron el Oscar a Mejor Película Internacional y ocho fueron nominadas en esa categoría de los premios que entrega la Academia de Hollywood; además, las producciones nacionales tienen presencia constante en festivales de primera línea como los de Cannes, Berlín, San Sebastián o Venecia.

 

El sector está ahora “paralizado”, de acuerdo con la denuncia de los trabajadores. La demora en designar a un nuevo presidente del INCAA y los recortes causan “incertidumbre” entre algunos de los cineastas que estaban recibiendo apoyos del instituto, como la documentalista Ana Bovino, de 37 años, que se manifestó este jueves. En 2023, obtuvo financiamiento del INCAA para hacer una “adaptación muy libre” de "Las mil y una noches". El dinero debía ser entregado en cuatro partes, pero por ahora solo ha recibido la primera cuota y da por perdido el resto. “Yo voy a seguir”, aseguró, y contó que está buscando presupuesto en otros países. Pero señala un obstáculo: “Sin financiamiento nacional es difícil buscar coproducciones internacionales”.

 

“Lo lindo del INCAA es que, aunque da poca plata, lo reparte entre muchos proyectos. Por eso nuestro cine es tan interesante, hay pluralidad de voces y mucha experimentación. No sé qué va a quedar”, señaló Bovino. Es una de las preocupaciones que expresan los defensores del ente público y que el sector ya manifestó. “Lo que está en disputa es qué se va a producir audiovisualmente en este país y quién lo va a producir”, dijo la cineasta Alejandra Guzzo en una entrevista tras una asamblea del sector en septiembre de 2023. “Producir en serie productos que traigan divisas por ahí es otra posición… Lo que está en disputa es que ese fondo del INCAA puede ser usado para otras cosas por otra gente en otras condiciones”, zanjó.