SINOPSIS
Desesperados por conseguir dinero fácil, dos hermanos de clase burguesa, Andy, un ambicioso hombre de negocios casado con una mujer florero y adicto a la heroína, y Hank, cuyo sueldo se va casi íntegramente en pagar la pensión de su ex mujer y su hijo, conspiran para llevar a cabo el atraco perfecto: atracar la joyería de sus padres en Wetchester, Nueva York. Nada de pistolas, nada de violencia, y nada de problemas. Pero cuando su cómplice decide no cumplir las reglas del juego, las cosas no salen como ambos se esperaban.
REFERENCIA

El aclamado Sydney Lumet (Filadelfia, 1924) fue primero actor que director. Actor de teatro y cine en los años 30, para después dirigir sus primeras obras teatrales en los 40, debutando tras las cámaras como director en la televisión a principios de los 50.

Su debut como realizador fue muy prometedor: Doce hombres en pugna (*) (12 Angry Men, 1957) ganó el Oso de Oro en Berlín y su primera nominación a los Oscar en los renglones de Mejor película, director y guión adaptado. Sin embargo, a pesar de este brillante comienzo sus siguientes obras no estuvieron a la altura. En los años 60 destacarían Larga jornada hacia la noche (Long Day’s Journey Into Night, 1962), con Catherine Hepburn, Raph Richardson, Dean Stockwell y Jason Robards y El prestamista (The Pawnbroker, 1964), en la que Rod Steiger –nominado al Oscar- interpreta a un sobreviviente del Holocausto que vive en Nueva York.

Los años 70 serían los de mayor brillo de Lumet, pues es en esta época donde se encuentran sus películas más recordadas. El thriller policial Serpico (1973) que narraba la corrupción de la policía de Nueva York, protagonizado por Al Pacino –Globo de Oro-, sería un éxito tanto de público como de crítica. Asesinato en el Expreso de Oriente (Murder on the Orient Express, 1974), adaptación de la obra de Agatha Christie, contenía un desfile de grandes actores (Albert Finney, Lauren Bacall, Sean Connery o Ingrid Bergman) y fue nominada a 6 Oscar, mientras la Bergman ganó su tercera estatuilla.

Repite el éxito de nuevo con Pacino en Tarde de perros (Dog Day Afternoon, 1975), un thriller sobre el robo de un banco en Nueva York, siendo nominado al Oscar como Mejor película, director, actor y guión original (ganado por Frank Pierson). Luego vendría Network: Poder que mata (Network, 1976), una feroz sátira acerca del mundo de la televisión por la que Peter Finch recibiría un Oscar póstumo. La película ganó en otros renglones: Actriz (Faye Dunaway), guión original (Paddy Chayefsky) y actriz de reparto (Beatrice Straight). La adaptación de la polémica obra de teatro de Peter Shaffer, Equus (1977), sobre la fijación de un joven por los caballos, protagonizada por Richard Burton –quien fuera nominado al Oscar- fue otro punto culminante.

Después de fracasos como El mago (The Wiz, 1978), al principio de los ochenta, la maestría de Lumet se percibiría de nuevo en El príncipe de la ciudad (Prince of the City, 1981) y El veredicto (The Verdict, 1982) con Paul Newman y Charlote Rampling. Para luego hacer una serie de títulos que no están a la altura de su talento. Sólo al final de la década realizaría una valiosa pequeña obra Un lugar en ninguna parte (Running on Empty, 1988) -con el malogrado River Phoenix-, la historia de una familia que tiene que huir constantemente del FBI, acusada de cometer un atentado en un laboratorio en 1971 como parte de su protesta contra la guerra de Vietnam.

La década de los 90 no es muy ilustre con títulos como Un extraño entre nosotros (A Stranger Among Us, 1992), Guilty as Sin (1993) o el remake de Gloria (1999), film que dirigiera John Cassavetes en 1980.

Sus últimos trabajos: Find Me Guilty (2006) y, sobre todo, Antes que el diablo sepa que has muerto (Befote the Devil Knows You’re Dead, 2007), han resucitado el brillo de un director que ha estado más allá de modas y de los convencionalismos típicos de la industria americana.

Nunca ganó un Oscar, aunque la Academia lo recompensó con uno Honorífico en 2005 y a sus 83 años, admirado por autores como Martin Scorsese y Clint Eatswood, Lumet acepta el calificativo de “resurrección” endilgado por buena parte de la crítica que ha celebrado Antes que el diablo… :”No me molesta. Todo es cuestión de modas. En una carrera larga siempre tienes subidas y bajadas, nunca es un ascenso continuo. Trato de ignorar las críticas. Todo el mundo tiene una opinión, la diferencia la marca el conocimiento. Queda muy poca gente ahora que sepa sobre cine, técnicamente”.

Lumet hizo cambios en el guión original convirtiendo a los protagonistas en hermanos: “Lo hice por que pensé que la historia era genial, pero tenía que ser más intensa. Y para eso quería aumentar la apuesta: el tema no es el dinero sino las relaciones entre las personas. En el original, era la familia de uno de ellos. Pensé que si eran de la misma familia la tensión iba a crecer mucho”.

Sobre el pesimismo del film, el director apunta: “No hay demasiadas esperanzas en el mundo. Es muy difícil encontrar lo que quieres en la vida. Yo soy más viejo y no veo que muchas personas de mi edad terminen bien sus vidas. La mayoría las termina mal. No sólo por lo físico, pero no es simpático cuando te falla la energía. Poca gente mejora su vida al hacerse más viejo. A mí no me ha afectado en mi trabajo. Me siento tan joven como siempre”.

(*) Clásico que ha sido versionado por el ruso Nikita Mikhalkov bajo el título de 12 (2008).

(Declaraciones de Sydney Lumet tomadas de: www.clarin.com).