SINOPSIS
Roberto es un exitoso neurocirujano que ha cumplido ya cincuenta años y por primera vez se encuentra frente a un diagnóstico irreversible. Tiene un tumor. Decide, entonces, emprender un viaje con el objeto de aislarse decididamente de sus afectos, sus ocupaciones y sus fantasmas y poner en suspenso su existencia. Todo va de acuerdo a sus planes hasta que María se cruza en su camino. Siguiendo un impulso que le parece ajeno, la sigue hasta Punta del Diablo, en Uruguay, donde descubre que toda la libertad de María tiene dueño: Franco. El silencio de un paraje desolado y la ausencia repentina de Franco detienen el tiempo en un instante terminal del que deberá sobrevivir a pesar suyo.
REFERENCIA

Nacido en Buenos Aires, Marcelo Paván se inicia en el campo del documental y de la publicidad institucional, fundando su propia empresa. Después de unos años, pasa definitivamente al cine, donde trabaja como productor ejecutivo de más de diez películas, alternando la producción con la dirección de documentales y spots publicitarios y con la enseñanza en la EICTV de Cuba y la ENERC de Argentina.

La Punta del Diablo (2006) es su primera película como director y fue una de las seleccionadas en Cine en Construcción 9. “Traté de reflexionar sobre la vida a través de un tipo que lo tiene todo hasta que, de pronto, debe enfrentar la realidad de su condición efímera. Los animales son inmortales: no tienen consciencia de la propia muerte. Nosotros, sí: deberíamos aprovecharlo", ha dicho Paván, de su película sobre un neurocirujano (Manuel Callau) que descubre que tiene un tumor cerebral y, ajeno a los ruegos de su esposa, emprende un viaje sin rumbo fijo, hasta que decide seguir a una mujer joven y misteriosa hasta la desolada costa uruguaya.

Para el director “hay que vivir la vida al máximo, porque algún día, que incluso puede ser mañana, vamos a desaparecer. Yo fumo, trato de disfrutar. Si eso me quita años, en especial de la vejez, los concedo ya. Hay que tomar riesgos. Trasladá esta idea al cine del mundo desarrollado: yo me crié con la nouvelle vague; y hoy no sale ni un buen director francés: Rohmer y Godard tienen que seguir filmando. ¿Por qué? Porque en Europa compraron la globalización. No hay rebeldía, utopías. El bienestar les da una sensación de inmortalidad”.

Paván critica el cine comercial que se hace hoy, donde la estrella de turno es lo que garantiza el éxito indudable de un film. Por contrario, y aunque sus intenciones se alejan de esto, construyendo una obra más reflexiva y por lo tanto menos comercial, declara que “mi película busca encontrarse con su público, pero insisto: hay que tratar de educar al espectador. De decirle: ‘sí, La punta del diablo es difícil, pero no hay una sola forma de disfrutar del cine’. No les creo a los directores que dicen: ‘No me importa el público’. Eso sí me parece un acto de soberbia. Prefiero que alguien vaya a ver La punta... y me diga que es una mierda”.

La película toma el nombre de un pueblito de pescadores en el departamento de Rocha de Uruguay, a donde llega el protagonista, convirtiéndose en un personaje más de la historia: “Busqué la zona menos poblada del lugar. Construimos una cabaña en un sitio donde no quedara nada más que naturaleza en los encuadres. Conozco muy bien Uruguay. Lo curioso es que nunca había estado en Punta del Diablo. Kurosawa decía que si uno imagina mucho algo, eso termina por existir. Así fue: Punta del Diablo era finalmente como la habíamos imaginado”.

Declaraciones del director tomadas de www.clarin.com