Tita es una joven promesa del violín que vive en un barrio caraqueño y es parte de una orquesta sinfónica; sin embargo, se da cuenta de la incompatibilidad de su familia y el barrio con la vida de un músico. Poco a poco comienza a alejarse y a reforzar sus nuevos afectos, encontrándose en una encrucijada que también se expresa a través de dos amores, Yuri, su eterno compañero del barrio, y Anselmo, un clarinetista de la orquesta. A Tita le llega la oportunidad de escapar a un mundo nuevo, diferente al que conoce, pero el destino de un país la lleva a una encrucijada definitiva.

La ópera prima de José Antonio Varela, producida por La Villa del Cine, muestra dentro de la Venezuela de 1989, la historia de dos jóvenes pertenecientes a distintas clases sociales que, gracias a la música, se unen por el amor y la lucha de sus ideales.

Versión libre de la novela "La Clase", de Francisco Sesto (el guión fue escrito por el director, su hermano José Luis Varela y Rafael Pinto) fue rodada en un 80% en la populosa comunidad de Zumba, en Guarenas, y contó con más de 500 extras, habitantes de esta barriada.

La historia se enmarca en los sucesos acaecidos en Venezuela en febrero de 1989 y que se conocen como el “Caracazo”. Para el director de la película, con una prominente trayectoria en el área audiovisual (ha desarrollado cortometrajes como El estuche, Revelado negativo, Remedio para niños, Perros y gatos, El vigilante, El dulce de lechosa, El revolver y La casa; y trabajado como creativo, guionista y director en Vive Televisión, Venevisión, RCTV y Venezolana de Televisión) lo más complicado de filmar, fueron las escenas violentas.

“Son las que tienen más días de trabajo. Las secuencias del saqueo nos llevaron 2 ó 3 días fuertes, igualmente el trabajo con niños fue complicado, por el contenido emotivo. Lo que más me impactó de La Clase fue el hecho de que hayamos escogido como criterio que todos fuésemos 'operaprimistas', fue un viaje fabuloso”, apuntó Varela.

Entre las innovaciones en el proceso de producción del film se encuentra la inclusión de la figura de coach de actores, no muy común en el país y desempeñada por Ignacio Márquez.

“El trabajo actoral es lo más importante en una película”, afirmó el director.

Sobre cómo llegó a sus manos el proyecto de materializar esta producción, Varela comentó que por su participación en la fundación de La Villa del Cine, se le invitó para hacer varios cortos de ficción, ya que lleva escribiendo profesionalmente desde el año 1997. “En ese momento me dieron una serie de ideas, de una convocatoria que se hizo para que trabajara en el desarrollo de un largo, y de lo que me dieron esto (La Clase) fue lo que más me gustó. Me gustó el espíritu y la atmósfera, que es una cosa así como melancólica, de ver el barrio como algo más rural y menos miserable y traté de respetar eso en la película”, señaló Varela.