¿Qué es lo que somos? ¿Y la realidad? ¿Cómo la percibimos? ¿Podemos modificarla a través de nuestra mente? ¿Quién es Dios? ¿Y nosotros...? Diferentes científicos, teólogos y personalidades de la Física Cuántica intentan dar respuestas a todas estas preguntas y abrir, de este modo, nuevos caminos a nuevas posibilidades. Siguiendo la historia de Amanda, la película se sumerge en el fantástico mundo de "Alicia en el país de las maravillas" con sus encuentros casuales y sus fenómenos inexplicables. Ya que su vida empieza a desmoronarse, Amanda se va dando cada vez más cuenta del incierto mundo que se esconde tras lo que consideramos nuestra realidad. A través de este viaje, Amanda descubre que mirar dentro de este mundo, en lugar de simplemente observarlo, hará que su vida no vuelva a ser la misma.

Se ha llegado a considerar como el nacimiento de un nuevo género cinematográfico: los “espirituals”, películas que nos replantean el universo que vivimos y captamos con nuestros sentidos, donde las cosas no son exactamente como las percibimos. Ya la famosa The Matrix (1999), de los hermanos Wachowsky, presagiaba algo de esto, introduciéndonos en un mundo en el que los humanos eran unos simples seres cibernéticos sin conciencia de ello.

La historia de Amanda (interpretada por Marlee Matlin, ganadora del Oscar por Children of a Lesser God), fotógrafa, con cierto grado de frustración encima, que se ve inmersa en una experiencia de conocimiento científico, se entrelaza con trucos de animación, efectos visuales y, sobre todo, entrevistas a catorce especialistas en física cuántica, psiquiatría, biología molecular, teología, etc., que van explicando por ejemplo: por qué nos estresamos, por qué las cosas nos salen mal, por qué envejecemos y mucho más. Estas afirmaciones, entonces, ingresan a la ficción y Amanda puede replantear su vida.

Todo este experimento que muestra ¿¡Y tú qué @#!* sabes!? (What the bleep do we know!?, 2004), lo escribió, dirigió y produjo el cineasta de origen alemán William Arntz.

Arntz empezó a trabajar como Físico tras graduarse en la Universidad de Penn State pero en tan solo dos años decidió dejar la empresa en la que trabajaba. En Boston decidió trabajar con un amigo en un Master de Cine de la Universidad e hicieron una película. Cuando la terminaron, William decidió ir a California para empezar su carrera cinematográfica pero todo eran dificultades, así que se marchó a San Francisco y se hizo budista. A finales de los años 80 su maestro le asignó la tarea de crear (usando sus habilidades para la meditación y la visualización) un software y una empresa para comercializarlo. Sin ser muy consciente de lo que estaba haciendo y sin ningún tipo de experiencia cogió sus ahorros y en cinco meses había creado AutoSys, uno de los software más utilizados en los sistemas de Gestión.

En 1995, William Arntz vendió la empresa y se tomó un año sabático. Después creó otra empresa informática que vendió a los nueve meses y se volvió a retirar. Tras retirarse por tercera vez se interesó en unir sus cuatro grandes intereses: la ciencia, la espiritualidad, el cine y los ordenadores y fue de ahí de donde surgió la idea de hacer la película.

Ante las dificultades enfrentadas en realizar un film de semejantes características el realizador señala: “La mayor fue presentar toda la información sin abrumar y desarrollar una historia que fuera un arco dramático de la teoría. ¿Cómo lo hicimos? Con 12 versiones del guión y 20 ediciones de la película hasta que dimos con la definitiva. ¡Nos agarrábamos de los pelos!

Arntz descarta el elemento político en el film: “Yo no soy para nada político. Hay mensajes sociales, del estilo “no sea víctima ni culpe a otras personas, asuma su responsabilidad y, sobre todo, no dé crédito a las verdades ajenas, sólo porque otros las dicen, piense por usted mismo”.

Pero Arntz no estuvo sólo en la empresa, co-dirigen con él la productora Betsy Chasse y el director de fotografía sudafricano Mark Vicente.

Betsy Chasse nació para el cine y para la televisión.Un programa de noticias grabó su nacimiento para un reportaje de un parto natural y en los dieciocho años siguientes, Betsy siguió apareciendo en más de 120 anuncios para la televisión. Sin embargo, de repente se dio cuenta que lo que quería hacer era trabajar detrás de la cámara como productora.

Empezó como ayudante de producción en una película de muy bajo presupuesto y fue poco a poco participando en diferentes películas hasta llegar a Jefe de Producción de la película independiente Public Access que ganó en 1993 en el Festival de Cine de Sundance. Siguió trabajando como “freelance” hasta que en 1996 fundó su propia productora.

Entre las películas que ha producido o coproducido encontramos: Love and Action in Chicago (1999), The Spanish Judges (1999), Labor Pains (2000), Just One Night (2000), y Chasing Destiny (2001).

A Mark Vicente le viene la herencia artística por parte de su abuelo que tenía una agencia de publicidad. De niño no pasaba mucho tiempo en el mismo sitio por la profesión de sus padres pero cuando tuvo 18 años decidió volver a su Sudáfrica natal a cumplir su sueño de hacer películas. Empezó a asistir a una escuela de Arte Dramático pero cuando le obligaban a bailar, actuar, a ir a clases de canto, él lo único que se repetía a sí mismo era que quería ser director de Fotografía. No se daba cuenta de lo útil que le sería todo esto en su futuro como Director. Empezó trabajando de cámara y después se pasó a la grabación de videos musicales y anuncios. Su primera oportunidad como Director de Fotografía le llegó con un musical protagonizado por Whoopi Goldberg, Sarafina. En 1992 a Mark le llegó la oportunidad de ir a Hollywood a rodar una película para Disney, Faherhood. Emocionado a la vez que nervioso, con tan solo 26 años se convirtió en uno de los Directores de Fotografía más jóvenes en rodar una película de alto presupuesto en un estudio.

Mark no dejó América y en los diez años siguientes hizo otras 14 películas. En el año 2000 decidió que ya era hora de empezar a trabajar como director, así que empezó con la dirección de anuncios y de documentales hasta llegar a ¿¡Y tú qué sabes!?, su proyecto más ambicioso hasta el momento.

En un principio ¿¡Y tú qué sabes!? no contó con distribuidor y sólo encontró sala de estreno en un pequeño cine de Yelm, en Washington. Con todo en contra, el boca a boca hizo milagros y, pese a que sólo lanzaron el film con 11 copias, recaudó US$12 millones en tiempo récord, ganó 5 festivales internacionales y llegó a ser el quinto documental más visto de la historia de los Estados Unidos. Tanto que, después de cinco meses de sorprendentes recaudaciones, un ejecutivo de Samuel Goldwyn Films alzó el teléfono, discó el número de Arntz y le abrió las compuertas de la industria con mayúsculas (El film ha podido verse en 35 países). La cadena Fox compró los derechos para la difusión en DVD y en pocos días el film trepó a los primeros puestos de ventas de Amazon.

Según datos, en todo el orbe, han surgido "Bleep Study Groups", comunidades que estudian el sustrato teórico del film, que en el inglés original se llama "What the bleep do we know?" –literalmente, "¿Qué pito sabemos?"