SINOPSIS
Jean-Claude Delsart, un secretario de juzgado de 55 años, desea ser feliz, pero parece incapaz de conseguirlo. Vive inmerso en una continua melancolía, ya que ve su vida como una sucesión de fracasos sentimentales: su boda terminó en divorcio, su relación con su único hijo es fría y superficial, y además está convencido de que su padre, un viejo desabrido, nunca lo quiso... Un día, Jean-Claude decide apuntarse a una escuela de tango que se ha abierto enfrente de su oficina. Allí conoce a Françoise, una mujer de 36 años. A su manera y por distintos motivos, Françoise sufre de los mismos trastornos emocionales.
REFERENCIA

Stéphane Brizé (Rennes, 1966) en 1993 realiza su primer cortometraje, Bleu dommage, con el que obtiene el Gran Premio del Festival de Cognac. L’oeil qui traîne (1996), su segundo cortometraje, es galardonado en varios festivales franceses. Su primer largometraje, Le bleu des villes (1999), participa en la Quincena de Realizadores de Cannes y logra el premio al Mejor Guión en Deauville. Desde entonces, ha realizado el documental Bel instant (2004) y el cortometraje Une vie de rêves (2005). No estoy hecho para ser amado (Je ne suis pas là pour être aimé, 2005) es su segundo largometraje.

Para Stéphane Brizé, este film parte del deseo bastante simple de observar a un hombre absolutamente incapaz de experimentar la más mínima emoción en un momento de fragilidad en su vida. “Gustosamente mis personajes encaran este dilema”, explica el realizador, “observo las razones invisibles que los inducen a conducirse de una manera u otra, dejando al descubierto la paradoja de que ciertas de sus decisiones van, a veces, al encuentro de sus propios deseos. Personajes que en definitiva no se apresuran en amar o ser amados. Y he aquí la problemática fundamental alrededor de la cual está construido el film. Es desde el título mismo que se da a entender lo contrario de lo que significa".

Los actores Patrick Chesnais y Anne Consigny tuvieron que tomar clases de tango unos meses antes de comenzar el rodaje. El realizador recuerda: “Ya desde los primeros compases me di cuenta que la pareja podía funcionar. Ambos no conocían un paso de tango y sin embargo sabía que eran ellos los elegidos. El lazo invisible que existe entre Jean-Claude y Françoise es el corazón de mi film. Y ante la presencia de dos actores que no conocían nada el uno del otro yo pude escribir todas las escenas emocionantes que quise. Y si no hubiera habido química no me hubiera servido de nada”.

No estoy hecho para ser amado, recibió el Premio CEC a la Mejor Película, en el Festival de San Sebastián.