SINOPSIS
Rodada en distintos países, se relatan los pleitos de sucesión que dividen a dos familias, desde la de los magnates Mondavis de Napa (California), hasta las tres generaciones de los Montille, en Borgoña, que libran una cruel batalla por defender las pocas hectáreas de tierra de sus ancestros. La película sigue el recorrido de un conocido enólogo que va predicando por el mundo, pasando por los vinos de Italia, Napa y Argentina.
REFERENCIA
Nacido en la ciudad de Washington, hijo de un periodista del New York Times, Jonathan Nossiter (1961) pasó su niñez viajando alrededor del mundo, hecho que lo benefició en el manejo de no menos de cinco idiomas. Estudió pintura en Francia, en Paris (L' Ecole des Beaux Arts) y cine en Darmouth, al tiempo que su devoción por el vino lo convirtió en un avezado sumiller.

Ante tantas y diversas habilidades, Nossiter optó por trabajar como asistente de dirección teatral. Tiempo después, profundizó sus conocimientos de la mano del director de cine Adrian Lyne, interesado, se dedicó al trabajo de documentalista.

Su debut en el rol de cineasta lo concretó con un film plagado de excentricidades, Resident Alien (1990), una comedia, entre documental y ficción, sobre el verdadero objetivo de la vida bohemia en Manhattan. Ganadora del Gran Premio del Jurado en el festival de Sundance, Sunday (1997) brindó, desde otra perspectiva, la mirada de dos almas perdidas en busca del contacto humano. Su conocimiento sobre la dirección de documentales le sirvió, así, como su bagaje para incrementar la calidad en este tipo de historias que a veces pecan de repetitivas.

Continuó con un corto documental: Searching for Arthur (1998), para la televisión, que convirtió a Nossiter como realizador definitivo de ambos géneros. Luego, dirige a Charlotte Rampling y Stellan Skarsgard en Signs & Wonders, un thriller psicológico rodado en Gracia y presentado en competición en Berlín 2000.

Después, Jonathan Nossiter decide viajar a tres continentes, con una cámara portátil y un equipo de no más de tres personas, durante cuatro años para trazar un panorama de los lugares del mundo vinícola en Mondovino (2004), que estuvo presente en la competición oficial del Festival de Cannes de 2004, al lado de Fahrenheit 9/11, de Michael Moore.

Evidentemente que el éxito de una película como Entre copas (Alexander Payne, 2004), viene a la memoria cuando se oye hablar de Mondovino, pero el director Nossiter dice que su documental sobre el negocio vitivinícola no es una historia de buenos sentimientos: es sobre la destrucción de algo sagrado. "No quería hacer una película sobre el vino, precisamente porque no quería contribuir a la gran corriente de esnobismo y pretenciosidad que rodea al vino", dijo en una entrevista en Nueva York, al estrenarse su film en marzo de 2005.

Rodada en localizaciones que van desde Argentina a Italia, desde California a Borgoña, la película es un alegato contra la globalización y homogeneización del vino y de la destrucción del "terroir", un término francés que se traduce como "terruño" pero que para Nossiter tiene significados mas amplios que abarcan la identidad cultural y la individualidad.

"Es un espejo del mundo en que vivimos", dijo Nossiter sobre su cinta. "Cuando llegué a la mitad del rodaje empezó a quedarme claro que donde va el vino, va el mundo, y que involuntariamente estaba haciendo un retrato del mundo en general".

"La gente que va a ver la película no tiene que ser necesariamente gente que beba, que le guste el vino", añadió. "Es para gente que ni siquiera ha imaginado que el vino sea tan importante en sus vidas. La película sugiere la idea de que el vino está ligado a sus vidas tanto si lo beben como si no, y que es una expresión del mundo en el que viven. La amenaza a la identidad del vino es una amenaza a todos nosotros".

Según el director, el inicio de la podredumbre coincide con "la revolución Reagan-Thatcher", unida a la creciente afición al vino en Estados Unidos y al creciente poderío de los periodistas del vino, en particular el crítico Robert Parker, cuyas calificaciones pueden hundir o hacer vender cualquier vino.

Por sus ataques directos a empresas y mafias del negocio del vino, Jonathan Nossiter fue denostado y amenazado en los EE.UU. En Francia su film llegó a portadas de revistas y visto por más de 300.000 personas. "La reacción en EE.UU. fue terrible, y simbólica: la cultura dominante no acepta que se la cuestione. Es peor que en la Era de McCarthy. Me han tratado de traidor o, lo que es peor, de amigo de los franceses. Poco más y me hacen responsable del terrorismo en el mundo."