En una plantación agrícola, la situación familiar es difícil. La madre es la que trabaja y es el centro en la vida de los niños, a quienes transmite con éxito, su fuerza de espíritu. Mientras, el padre está afuera con otra familia a la cual utiliza prácticamente como esclavos.

En su primera película como directora, Sandrine Veysset nos ofrece la historia de una mujer que lucha por la felicidad de sus siete hijos y por sobrevivir con ellos ante las dificultades.

Ambientada al sur de Francia, la película narra las peripecias de una familia muy humilde que, en pleno campo, a pesar de carecer de condiciones elementales para afrontar el invierno vive en armonía mientras el padre no está presente.

La directora detalla, fuera de cualquier tipo de sentimentalismo, los ritmos y realidades de la vida familiar y muestra cómo a pesar de las dificultades, la esperanza simbolizada en la Navidad puede ayudar en la búsqueda de nuevos rumbos y nuevas vidas. A Sandrine Veysset le interesa el mundo campesino: sin caer en lo pintoresco, vuelve a mostrar un entorno rural que había desaparecido de las pantallas y muestra de forma admirable que la vida de una explotación agrícola ordinaria escapa a las normas sociales tradicionales.