SINOPSIS
Silvia Broome, una intérprete nacida en África que trabaja en la ONU, oye una conversación en una lengua africana poco conocida en la que queda clara la intención de asesinar a un jefe de Estado del continente negro. En cuanto oye y entiende las palabras "El maestro no saldrá de la sala vivo", la vida de Silvia cambia totalmente de rumbo y se convierte en el blanco de los asesinos. Cuando le asignan al agente federal Tobin Keller para protegerla, su mundo se convierte en una verdadera pesadilla. Según Keller indaga en el pasado de la testigo y en sus contactos secretos, aumentan sus sospechas de que ella también es parte de la conspiración. Cada nuevo descubrimiento hace que desconfíe aún más de ella.
REFERENCIA
Nacido en Lafayette (Indiana, 1934), Sydney Pollack se trasladó a Nueva York para proseguir su carrera teatral. De 1954 a 1960 estudió y enseñó interpretación, apareciendo en varios montajes de Broadway. Luego, de 1960 a 1965 dirigió más de 80 shows de televisión y ganó varios premios Emmy.

Después de un irregular comienzo como director de cine –su primera película fue The Slender Thread (1965) protagonizada por Sydney Poitier-, Pollack fue nominado al Oscar en 1969 por Baile de ilusiones (They Shoot Horses, Don’t They?), con Jane Fonda, despiadada radiografía de los concursos de baile, también premiada en los festivales de Cannes, Bruselas, y Belgrado. Realizó varias películas protagonizadas por Robert Redford, entre ellas Jeremiah Johnson (1972), que obtuvo un gran éxito de crítica, que se repetiría en el film The Way We Were (1973).

Otros dos éxitos en su carrera fueron Yakuza (1974) y El jinete eléctrico (The Electric Horseman, 1979).

En los años ochenta destaca por Ausencia de malicia (Absence of Malice, 1981) y, sobre todo, por Tootsie (1982) con Dustin Hoffman. En esta última, que obtuvo 10 nominaciones al Oscar, también intervino como actor, así como también lo hizo en Maridos y esposas (Husbands and Wives, 1992), de Woody Allen y en Ojos bien cerrados (Eyes Wide Shut, 1999), la última obra de Stanley Kubrick. En 1985 gana el Oscar por la dirección de África mía (Out of Africa), protagonizada por Robert Redford y Meryl Streep.

No es la primera vez que Sydney Pollack se sumerge en el temible mundo de las operaciones encubiertas de la CIA; ya lo hizo con Los tres días del Cóndor (Three Days of the Condor, 1975) con Robert Redford y Faye Dunaway. También exploró el amor, la venganza y el poder de los medios de comunicación en la ya citada Ausencia de malicia, con Paul Newman y Sally Field. Sacó a la luz el lado oscuro y salvaje de los grandes bufetes de abogados en Fachada (The Firm, 1993) con Tom Cruise y Gene Hackman. Ahora, con La intérprete (The Interprete, 2005), se enfrenta al thriller político a través de la historia de una intérprete que trabaja en la ONU y cree descubrir una conspiración para asesinar a un presidente africano.

El director ha declarado que “La intérprete me atrajo por varias razones. Me pareció que la ONU y el mundo de la diplomacia eran el terreno perfecto en ese momento. Este escenario es ideal para sacar a la luz los conflictos personales entre Silvia y Tobin, dos personajes con puntos de vista totalmente opuestos que no parecen capaces de superar los obstáculos que les separan. Por un lado tenemos a la mujer sofisticada que cree sinceramente en la diplomacia, en que las palabras llegan más lejos que la fuerza y, por otro, a un policía acostumbrado a tratar con el lado más oscuro y bajo de la naturaleza humana. La improbabilidad de que estas dos personas se unieran en el contexto de una situación internacional explosiva e intentaran resolver un misterio a pesar de tenerlo todo en su contra, me pareció un tema fantástico para una película”.

Nunca antes se había rodado un largometraje en la misma sede de la ONU, situada en la parte Este de Manhattan. A pesar de su papel en el mundo moderno, siempre había sido un terreno vedado a las cámaras desde su fundación. Incluso se denegó a Alfred Hitchcock el permiso de rodaje para la clásica Intriga internacional (North by Northwest, 1959) y el maestro del thriller de suspense hubo de conformarse con un decorado del famoso salón de visitas para su película.

A través de una increíble demostración de diplomacia, Sydney Pollack pudo obtener un permiso sin precedentes y mostrar en La intérprete partes del edificio que nunca han sido vistas en la gran pantalla.