Jean-Luc es un exitoso médico especializado en gerontología que recibe la inesperada visita de su padre Maurice. La sorpresa es enorme ya que su progenitor vuelve tras una larga ausencia de “veinte años y sólo tres postales”. Pero, por encima de todo, Jean-Luc ese mismo día había recibido una carta que le informaba sobre la muerte de su padre. Con su rostro paralizado, Maurice obliga a su hijo a replantearse muy seriamente varios aspectos de su vida actual: su negativa a tener hijos con su esposa Isa, la relación de amantes que mantiene con su asistente Myriem, el vínculo laboral que lo une a su hermano Patrick y su propia vocación como médico.

Anne Fontaine comenta: “Estaba interesada en volver a explorar el tema del intruso, aquél que irrumpe en un mundo constituido y transgrede los códigos. Ese era el tema de Nettoyage a sec donde un joven interfería en la vida de una pareja de pequeños comerciantes. Aquí, el retorno repentino de un padre, exento del sentimiento de paternidad, va a perturbar la vida de su hijo primogénito, un hombre a todas luces con una vida exitosa. Encontré interesante ver cómo un padre, que no experimenta aparentemente ninguna culpabilidad, induce la confrontación entre sus dos hijos, envueltos ellos también en una relación edípica. Se trata de esta lucha incesante entre el consciente y el inconsciente, reavivada por esta relación tardía, y que arrastra insensiblemente a cada personaje a una confrontación descarnada de la cual nadie saldrá indemne”.