SINOPSIS
París, primavera del 68. Isabelle y su hermano Theo deciden invitar a un joven estudiante norteamericano mientras sus padres están de vacaciones. Entregados a su libre albedrío, experimentan mutuamente con sus emociones y sexualidad y desarrollan una serie de juegos psicológicos cada vez más absorbentes.
REFERENCIA

Hijo del poeta Attilio, Bernardo Bertolucci (Parma, 1941), como su padre, se siente atraído por la poesía. Sin embargo, en 1961 abandona los estudios de literatura moderna en la Universidad de Roma y trabaja como asistente de dirección en el debut como director de Pier Paolo Pasolini en su película Accattone. Al año siguiente, gracias a la ayuda del productor Tonino Cervi, debuta en la dirección de un largometraje, La comare secca, a partir de un argumento y un guión de su maestro, que tenía que dirigirlo.

En 1964 Bertolucci dirige Antes de la revolución, una de las obras juveniles más intensa de esos años; en 1967 colabora en el guión de Hasta que llegó su hora de Sergio Leone, y el año siguiente dirige Partner, inspirado libremente en El doble de Dostoievski. En 1970 dirige La estrategia de la araña y El conformista, el primero inspirado en Borges y el segundo realizado a partir de una novela de Moravia: dos títulos fundamentales de su filmografía, que anuncian el famoso El último tango en París (1972), una de las películas de mayor éxito en la historia del cine, que en Italia (como en otros países, incluyendo Venezuela) sufrió un sinfín de problemas con la censura.

En 1976 dirige Novecento, una película épica que narra las luchas de los campesinos en Emilia y que pretende crear un gran fresco histórico. Luego, el escándalo llega con La luna (1979) un atípico melodrama en el cual se mezcla la droga y el incesto con el fondo de la música de Verdi. Mientras que Historia de un hombre ridículo (1981) es un retrato agudo y penetrante de la contemporaneidad italiana, narrada con tonos que van de lo grotesco a lo triste. Con El último emperador (1989), ganador de nueve premios Oscar entre los cuales el de la mejor dirección, inicia una trilogía de peculiares superproducciones de autor, que prosigue, con resultados alternos, con El cielo protector (1990) y Pequeño Buda (1993). En 1996 este director volvió a rodar en Italia Belleza robada (Io ballo da sola), la delicada historia de una iniciación sexual ambientada en una magnífica villa de la zona del Chianti, en Toscana. En cambio L’assedio (Cautivos del amor, 1998) -rodada con un presupuesto limitado y muy lograda precisamente por ello- relata la historia de un pianista enamorado de su asistenta extranjera, que consigue conquistar el cariño de la mujer vendiendo todos sus bienes para salvar al marido de ella, prisionero político en su país de origen. En 2002 rodó en París The Dreamers (Soñadores), una relectura muy personal de los temas relacionados con la rebelión juvenil de 1968.

Bertolucci tenía pensado hacer una épica parecida a la de su Novecento, que cubriera buena parte del siglo XX, cuando le cayó en sus manos el libro de Gilbert Adair, The Holy Innoncents. Convenció entonces al autor para que escribiera el guión, ayudado por su productor Jeremy Thomas.

Soñadores es la mirada de Bertolucci a una época muy cercana a él, el mayo del 68. "En los 60 había algo absolutamente mágico" —rememora—, "en el sentido que estábamos... bien, permitámonos emplear la palabra ‘soñando.’ Estábamos fusionando el cine, la política, el jazz, el rock’n’roll, el sexo, la filosofía, la droga... y yo estaba devorándolo todo en un estado de permanente éxtasis."

Francófilo como él mismo se autodefine, Bertoluce realiza en Soñadores una vuelta a la primavera de París, la primavera del despertar político de esa ciudad, y la primavera de los cuerpos de los jóvenes protagonistas. Cuanto acontece en el interior del apartamento parece reflejar, en cierto sentido, lo que sucede en la calle. El autor nos ofrece en su película, un ambiguo canto a la libertad que mezcla, aparentemente, crítica y elogio hacia el movimiento social del Mayo del 68 en París.

En palabras del director, la película "no trata de las barricadas o de las luchas callejeras. Trata más bien de la experiencia en su conjunto. Yo estuve allí, y fue algo inolvidable. Los jóvenes estaban henchidos de esperanza de un modo que jamás antes se había visto, y jamás se volverá a ver. Aquel esfuerzo por sumergirse en el futuro, aquella libertad, fue algo maravilloso. Se trata del último momento en que algo tan idealista, tan utópico, ha tenido lugar."