DIRECTOR

César Bolívar

Poco antes de la celebración de la fiesta mayor, el líder de la Cofradía de Diablos Danzantes aparece muerto. Milton Ventura, policía y hermano del difunto, regresa al pueblo, tras 30 años de ausencia, para esclarecer el caso. Confrontando a los intereses que se le oponen y a los demonios de su propio pasado, Milton descubre que la muerte de su hermano entraña una verdad dolorosa de desenmascarar.

Luego de 12 años dedicados a la televisión y a la docencia, el realizador venezolano César Bolívar retornó a la dirección con el film Muerte en alto contraste (2009), un policial que, pese a las expectativas, no fue muy exitoso en la taquilla local. De nuevo, Bolívar insiste con el género en el film Corpus Christi (2013), un proyecto de la Fundación Villa del Cine, que según el propio autor, le fue encargado con la intención de fusionar los elementos propios del policial con un drama vinculado a la cofradía costeña de los Diablos Danzantes de Corpus Christi, primera tradición venezolana declarada por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad: “En esta película se habla de la estructura organizativa de las cofradías, las relaciones entre ellos, sus ceremonias y muchos otros elementos. También se hace referencia al hecho de que algunos sacerdotes de la iglesia católica no ven con buenos ojos esta tradición”, contó.

En ese contexto aparece un elemento que, en opinión de Bolívar, “es uno de los más interesantes de la película: un nudo dramático familiar, marcado por la relación entre padre e hijos, que se desarrolla a lo largo de la historia”, comentó el director.

Contrario a lo que generalmente realiza con sus producciones en las que el director colabora en la elaboración del guion, aquí su trabajo partió de un material escrito por Carlos Tabares: “Es la película en la que me he sentido más extraño. Porque siempre he tenido mucha participación en el desarrollo de las ideas, desde el principio. Siempre he trabajado con ideas propias, algunas veces con el apoyo de otros guionistas. Acá fue al revés: Carlos Tabares tenía una idea y yo aporté mi experiencia y conocimiento como realizador”, confesó César Bolívar.

La cinta no se centra en ninguna de las congregaciones que existen en el país de los Diablos Danzantes de Venezuela, sólo que su ubicación geográfica se sitúa en Ocumare de la Costa del estado Aragua.

Por otro lado, es si se quiere la primera ocasión en que el tema es el centro de un film de ficción, pues ya ha sido retratado en muy diversos documentales nacionales: “El gran temor que tenía era no pecar de documentalista. Se me presentó el problema de que si era ficción o documental y manejarse entre estos dos lenguajes fue muy difícil de llevar en esta película, especialmente para lograr que tuviera un ritmo adecuado, que no tuviese esa lentitud documentalista. Nos concentramos en que la historia se contara de arriba abajo”.

No obstante el autor admite que “obviamente tiene partes documentales, porque en el momento en que profundizas, aunque sea un poco, en una tradición que tiene muchísimos años, aunque no lo quieras entras en el campo del documental. Nos asesoramos muy bien sobre las danzas y la música. Cada grupo es libre de crear sus propios ritmos y eso permitió que la música incidental de la película tuviera ese ritmo afrocaribeño que es libre y no identifica directamente a ninguna de las cofradías”.

(Declaraciones de César Bolívar tomadas de. www.correodelorinoco.gob.ve)

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