SINOPSIS
En 1865, en el sur de Francia, una chica de provincias abandona la casa de su padre para seguir a un vagabundo por los bosques, no se sabe si lo ha hecho por voluntad propia o forzada.
REFERENCIA

Luego de Villa Amalia (2009), drama que marcaba el reencuentro con su actriz fetiche, Isabelle Huppert, a la que dirigía por quinta vez, Benoît Jacquot (París, 1947) rueda su 19vo film En lo profundo del bosque (Au fond des bois, 2010), una nueva incursión de este cineasta, uno de los más prolíficos del cine francés -y también uno de los más eclécticos- en la descripción de la psicología de personajes históricos, tal y como ya lo había realizado en Sade (2000) y Adolphe (2002). Como en esta última, el realizador francés se traslada al siglo XIX para narrar un hecho histórico acaecido en 1865.

En lo profundo del bosque surgió entonces de la lectura de un artículo de prensa donde se contaba que en aquel año la sociedad francesa se apasionó por la aventura de Joséphine, la hija del médico de un pueblo del sur que abandonó su casa para seguir a un vagabundo extranjero, Timothée Castellan, que ni siquiera hablaba francés sino una mezcla de italiano, español y de los dialectos de la región. Ante tal extraña circunstancia para la época, de inmediato surgió la certeza de que se trataba de un rapto, pero el comportamiento observado en la fugada se asemejaba, por momentos, a un acto voluntario. Tras su detención se celebró un mediático juicio en que la joven alegó estar bajo la influencia de un conjuro o de una hipnosis por parte de su secuestrador.

Nueva musa
Entre Benoît Jacquot e Isild Le Besco, su nueva musa, se ha establecido un intercambio natural donde los gestos y las miradas pueden sustituir las palabras. Esto ha dejado ya cuatro películas juntos (además de En lo profundo del bosque, se encuentran la ya citada Adolpe, À tout de suite-2004 y L’intouchable-2006, por la que la intérprete recibió el premio a la Mejor actriz prometedora del Festival de Venecia). Así, cuando el director comenzó a imaginar este papel, la elección se volvió instintivamente obvia. "(...) Tanto la personalidad de Isild como su condición de actriz tienen puntos de connivencia con el personaje de Joséphine. (...) Su temperamento y su soltura han alimentado, a su vez, la escritura del personaje", explica el director.

Por su parte, dada la imagen que un personaje como el vagabundo mostraba a los espectadores, entre maquiavélico, manipulador y también, por momentos, convertido en una víctima más, varios actores franceses rechazaron el papel, por lo que el director pensó en el excelente Nahuel Pérez Biscayart, quien le había impresionado en la película argentina, La sangre brota (2008), cinta que recibió el Premio del Público de la Semana de la Crítica en Cannes.

La importancia del paisaje
Al igual que su anterior Villa Amalia, la naturaleza juega en el mundo de Benoît Jacquot un papel importante. Tratado como un personaje más, el decorado natural desata pasiones en los protagonistas y puede llegar a cambiar su comportamiento habitual. Un paisaje que, en ningún momento, es plano sino lleno de cuestas, recodos y bajadas como una metáfora de la tormenta de sensaciones y reacciones que vive la joven fugada. La mejor combinación de exigencias artísticas y financieras llevó a los realizadores a elegir el departamento de Ardèche, en la región de Ródano-Alpes como el lugar ideal para el rodaje.