DIRECTOR
SINOPSISMaurcio Walerstein
Víctor, un exitoso y prestigioso empresario, vive obsesionado por la leyenda que una mujer indígena le relató en su infancia. Su vida transcurre de manera convencional con una familia que sabe y reclama sus constantes infidelidades. Cuando la mujer agoniza, manda llamar a Víctor y a su hijo José Francisco, quien actualmente trabaja de chofer del primero. Ambos acuden al llamado. Sus vidas dan un giro inesperado.
REFERENCIA
El nombre de Mauricio Walerstein (México, 1945), ocupa un lugar destacado en la cinematografía venezolana pues fue, durante los 30 años que vivió en el país, el autor de grandes éxitos, en lo que se ha dado en llamar la “época dorada del cine venezolano”. Nadie puede negar lo emblemático de una cinta como Cuando quiero llorar no lloro (1973), adaptación de la novela de Miguel Otero Silva, una película a la que se considera la iniciadora del grandioso “boom” del cine hecho en el país y que tuvo una repercusión tanto de crítica como de público inédita hasta ese momento con respecto a una película venezolana.
Walerstein es hijo de uno de los grandes productores del cine mexicano, Gregorio Walerstein (1913-2022). Vivió desde pequeño en medio de sets, cuartos de edición, laboratorios y salas de proyección, por lo que su conocimiento de cada área del cine es muy vasto y le permitió a mediados de la década de los sesenta, crear su propia compañía productora, Cinematográfica Marte, cuyo objetivo fue el de renovar al cine mexicano.
En sus inicios Walerstein fue productor de los largometrajes Los caifanes (1967) y Patsy, mi amor (1969), entre otros, para luego dirigir el segmento “Isabel” del film Siempre hay una primera vez (1971), rodar su primer largo Las reglas del juego (1971), seguido de Fin de fiesta (1972), films estos en los que es posible apreciar un marcado interés en hacer un cine original y audaz con una propuesta de crítica social que anticipa el contenido de sus siguientes películas.
La referida Cuando quiero llorar no lloro resultó una coproducción venezolano-mexicana y no sólo fue un éxito en Venezuela sino en los festivales de Londres y Moscú. A partir de entonces se establece en este país donde realizará películas tan destacadas como Crónica de un subversivo latinoamericano (1975), basada en un hecho real sobre el secuestro de un militar norteamericano por parte de un grupo de izquierda en los años 60; La empresa perdona un momento de locura (1978), sobre el mundo obrero, que alcanzó el máximo reconocimiento en el Festival de Huelva.
A partir de aquí, alejándose de los temas político-sociales, por los que obtuvo muchas alabanzas, Walerstein realiza un giro y rueda dos cintas de corte intimista que no obstante no reciben el respaldo del gran público: Eva, Julia, Perla... (1982), drama sobre tres hermanas que se reúnen tras la inminente muerte de su padre, y La máxima felicidad (1982), para muchos su mejor película, adaptación de la obra teatral de Isaac Chocrón que narra la particular convivencia entre una pareja gay y una mujer, enfrentando sus miedos e inseguridades.
El éxito volvería con Macho y hembra (1985), en donde repite el triángulo amoroso, esta vez compuesto de un hombre y dos mujeres. Esta buena conexión con el publico, aunque no con la crítica, continuará con De mujer a mujer (1986), inspirada en un caso de la vida real y Con el corazón en la mano (1988), películas caracterizadas por las pasiones desbocadas y donde eros y tanatos ocupan una presencia predominante.
Aunque está basada en un hecho verdadero, Móvil pasional (1993) aún con su mirada al policial americano, no obtuvo el favor del gran público. Peor le fue a Juegos bajo la luna (2000), basada en la novela de Carlos Noguera y que reconstruye la época de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez.
Once años después, Walerstein regresa a las pantallas venezolanas con Travesía del desierto (2011), una coproducción méxico-venezolana, film de acción en el que vuelve a colaborar con el actor mexicano Humberto Zurita, a quién dirigió en De mujer a mujer.
Para Walerstein este film conjuga varias de sus obsesiones cinematográficas como el amor loco o “golpe al corazón” y sobre el propio cine mexicano: “Es una película 'road movie', sobre destinos fatales, pasiones enardecidas, amistad, complicidad, todo esto enfrentado al poder. Un poder aplastante. El poder que no perdona.” Con este largometraje también rinde tributo al viejo cine mexicano a través de la participación especial de la intérprete Lila Downs con quien revive los 'playbacks' tradicionales de esa cinematografía.
En relación al rodaje en el desierto, señaló el cineasta que la experiencia de filmar en 35 mm en un lugar inhóspito, con temperaturas de más de 40 grados en el día y bajo cero en la noche, fue tan enriquecedora como desafiante. “Para lograr la secuencia como la deseada, llegué a esperar hasta ocho días para tener la luz idónea”, refirió. Travesía del desierto fue filmada en Hidalgo, Coahuila y México.
FUNCIONES:
GALERíA DE FOTOS:
FICHA TÉCNICA:
Guion: Claudia Nazca y Mauricio Walerstein
Producción: Gonzalo Elvira, Johann Morean
Fotografía: Esteban de Llaca
Montaje: Tonalli Jiménez
Música: Ricardo Martin
Director de Arte: Marcela Venegas
Intérpretes: Humberto Zurita, Claudia la Gatta, Mónica Dionea, Enoc Leaño, Carlos Cámara, Gabriela Goldsmith
Distribución: Cines Unidos
Guion: Claudia Nazca y Mauricio Walerstein
Producción: Gonzalo Elvira, Johann Morean
Fotografía: Esteban de Llaca
Montaje: Tonalli Jiménez
Música: Ricardo Martin
Director de Arte: Marcela Venegas
Intérpretes: Humberto Zurita, Claudia la Gatta, Mónica Dionea, Enoc Leaño, Carlos Cámara, Gabriela Goldsmith
Distribución: Cines Unidos