SINOPSIS
En Veredas, pueblo imaginario de la Cuba de principios de los años sesenta, se encuentran enclavados cohetes soviéticos. Dos jóvenes, Sergio y Aurelio, se disputan el amor de Lisanka, la muchacha más bella y deseada de la zona. La Crisis de los Misiles está por comenzar y llega al lugar un “grupo” de soldados soviéticos, entre ellos, Volodia, quien se convierte en un peligroso rival para Sergio y Aurelio. La vida cotidiana del lugar y la de Lisanka se altera irremediablemente.
REFERENCIA

El director, crítico y profesor de cine Daniel Díaz Torres (La Habana, 1948) se graduó en 1978 como Licenciado en Ciencias Políticas en la Universidad de La Habana. Es miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). Desde 1968 trabaja en el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC). Escribe críticas y artículos de cine para las principales revistas y periódicos y a la vez participa en la dirección de seminarios sobre cine en las Universidades de Oriente y de La Habana. A partir de 1971 comienza su trabajo como asistente de dirección, realizando paralelamente algunas menciones para la televisión.

Inicia su labor como documentalista en 1975. Realiza, como subdirector-realizador, casi un centenar de ediciones del Noticiero ICAIC Latinoamericano entre 1977 y 1981, muchas de las cuales recibieron menciones de la crítica nacional especializada por el alto nivel de elaboración.

Su debut como director de largometrajes de ficción se produce en 1984 con el filme Jíbaro. Saltó a la notoriedad internacional con la sátira Alicia en el pueblo de Maravillas (1991), que encendió las iras del oficialismo cubano por su aparente crítica a la realidad del país. Díaz Torres también es miembro del Comité de Cineastas de América Latina y Miembro Fundador del Consejo Superior de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano. Ha impartido clases de Historia del Cine en la Universidad de La Habana. Desde 1986 labora en la Escuela Internacional de Cine y TV de San Antonio de los Baños.

A pesar de su "tropiezo" con Alicia... Díaz Torres ha seguido filmando en Cuba, películas como Quiéreme y verás (1995), Kleines Tropicana (1997), Hacerse el sueco (2000) y Camino al Edén (2007).

Su más reciente trabajo, Lizanka (2009), supone la visión desde el punto de vista cubano de la llamada “Crisis de los Misiles” que tuvo lugar en los primeros años 60 cuando la Unión Soviética instaló en suelo cubano baterías de cohetes nucleares susceptibles de alcanzar suelo norteamericano, lo cual fue interpretado por EEUU como una provocación y desencadenó una pugna diplomática que a punto estuvo en devenir en le Tercera Guerra Mundial. El hecho ya fue el tema de una cinta norteamericana, Trece días (Thirteen Days, 2000), dirigida por Roger Donaldson y protagonizada por Kevin Costner. Sin embargo, Díaz Torres sólo utiliza ese momento histórico para narrar una historia mucho más cotidiana y divertida sobre la naturaleza humana y que se desarrolla en un imaginario pueblo llamado Veredas, en el que dos jóvenes cubanos y un soldado soviético se disputan el amor de Lizanka, la muchacha más bella y deseada de la zona.

Coproducida por la rusa Mosfilm junto al ICAIC, el papel estelar femenino de Lizanka lo interpreta la debutante Mirielys Cejas, mientras que los galanes son por parte cubana Carlos Enrique Almirante y Rafael Ernesto Hernández, y por la rusa Kirill Zolygin.

Ante la dificultad de clasificarla en algún género en específico, el director Díaz Torres define su película como “una tragicomedia, porque a pesar de su comicidad posee situaciones trágicas que van a golpear de cierto modo al espectador. He notado que últimamente existe una tendencia anticomedia en nuestro cine, lo que me parece un lugar común y una banalidad, porque existen malas, regulares y buenas comedias, como mismo existen genios del cine que han hecho comedias y otros mediocres que se han aventurado en el género. Hacer una buena comedia es difícil, pueden quedar bien o mal, todo está en proponérselo”.

El director habla sobre los mayores retos asumidos en la realización: “Es una película que tiene muchos actores y extras, fue difícil encontrar el pueblito que me viniera perfecto y también reconstruir y arreglar muchas locaciones. Es un pueblo imaginario al que denominé Veredas de Guayabal sin decir nunca su localización, porque el cine no puede ser tan evidente. Lograr una visualidad, una imagen que esté muy ligada a cierta estética de las películas soviéticas de los años sesenta, planos un tanto abiertos realizados con lentes anchos, fue un reto que nos trazamos”.

(Declaraciones de Daniel Díaz Tores tomadas de www.cinelatinoamericano.org reproducidas de Granma).