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FESTIVAL DE BERLíN 2005 / Gemma Casadevall (EFE) / Martes 01 de Enero
Suicidas palestinos en la Berlinale
BERLÍN.- Dos palestinos a punto de perpetrar un atentado suicida, antesala del paraíso frente al infierno de los territorios ocupados, han causado gran impacto en la Berlinale, en una jornada complementada por un crepuscular Francois Mitterrand empeñado en prepararse su panteón político. Paradise Now, dirigida por Hany Abu-Assad, llevó a la Berlinale la crudeza de Oriente Próximo, de la mano de una película desnuda de cortesías al espectador y que presenta un retrato sensible y detallado de dos terroristas dispuestos a la acción. "No es un filme pro palestino. Jamás haría una película con ese mensaje predeterminado. Pero sí creo que la ocupación es la culpable de todo y trato de reflejar lo que esa ocupación puede hacer de una persona, en qué puede convertirla", explicó el realizador. Said y Jaled -interpretados por Kais Nesif y Ali Suliman- son los elegidos para el ataque suicida. Reciben la orden de actuar con apenas tiempo para pasar la última noche con su familia, que, según sus instructores, no debe apercibirse de lo que les espera. La cámara de Abu-Assad les acompaña en sus últimas horas. Jaled duda sobre la legitimidad de la acción; Said, hijo de un colaborador ejecutado por traidor, no duda del camino elegido, pero le tiembla el pulso ante un atentado en el que morirán inocentes. Un rodaje muy peligroso El ritual del musulmán que se prepara para "matar al enemigo", incluida la lectura de su testamento ante un torpe cámara que debe repetir la toma porque no quedó grabada, forma parte de los preparativos de una acción para la que no habrá repetición posible. De la Naplusa de edificios derruidos y fachadas raídas pasarán al Tel Aviv con rascacielos cubiertos de anuncios sobredimensionados y mujeres paseando en bikini. Será el momento del ahora o nunca. "Puede que el paraíso solo esté en mi cabeza. Pero es mejor que el infierno en que vivo", concluye uno de los elegidos para morir, convertido en una bomba humana. El rodaje fue "más que difícil, peligroso", explicó Abu-Assad, quien acudió a la Berlinale acompañado de su equipo al completo, incluido Amil Harel, productor de la parte israelí. Distribuirlo en Oriente Próximo se presenta complejo: "Sería estupendo pasarlo en Naplusa, pero ahí no hay cine y su suerte en Israel dependerá de si hay o no atentados cuando se estrene", dijo el director. (...)